6.28.2017

Egovistazo #8: Crash Bandicoot [21 Aniversario] – Influencia, calidad y retorno

¡Ahora han entrado a un nuevo inicio!

Este artículo va a ser más corto que de costumbre. Va a tratar un tema que, ni con calzador, entraría en el eje central de este blog. Quería analizarlo porque, en pocos días, el regreso del fenómeno es inminente. Así que, les presento las experiencias personales que viví yo (el autor), frente al tema del que vamos a hablar. Bienvenidos al mundo del videojuego, les presentó a Crash Bandicoot (el 3 será del que más verán, así que...).

Si, sí, el Warped. Hablaré más del Warped. No creo que haya problema, ¿verdad?

Advertencia: El siguiente artículo de pensamientos personales contiene datos específicos sobre Crash Bandicoot, unos datos al aire sobre el mundo de los videojuegos. Si no están familiarizados, espero que entiendan sin confundirlos mucho :)

Crecer a la par con el fenómeno de los videojuegos es asombroso. Desde pequeño puedes ir conociendo esas distintas historias que están en cada título, en cada consola, en cada universo. Una quinta generación fue la que más me influenció. Nací y aprendí a manejar un control mientras esta se encontraba en su último apogeo. Así pasara el tiempo, seguía pegado con más juegos para un mismo aparato de sobremesa que aproveché al 105%.

Creo que ustedes también tienen muchos recuerdos con algún aparato en específico (Eso espero...)

¿Qué tuve? Una Nintendo 64, de la cual tengo recuerdos muy borrosos y que no aprecié tanto. No tenía ni tres años y fue cambiada por un despampanante PSone. Sí, ese modelito que salió en el año 2000 como una versión compacta para quienes querían vivir esa experiencia, y aún no les alcanzaba para la que recién iba a salir (PS2). Pocos juegos originales, y muchos piratotas porque los ingresos familiares eran bajos y pues lo importante sería probar diversos mundos de juego en esa pequeña consola circular. A aquel niño le interesó un juego en específico: Crash Bandicoot. Un nombre raro, poco reconocible y hasta atractivo para mi subconsciente infantil.

Una criatura medio extraña, pero con la que me podía divertir controlándola (Sí, suena un poco macabro).
Imagen de Hobby Consolas

No estaba solo. La experiencia la iba a compartir con dos de mis tíos que tenían edades cercanas con margen de error de 6-7 años. Y pues, del modo clásico por turnos, disfrutamos esos juegos. Era un disco que incluía las tres primeras partes del marsupial que, en aquel entonces, se nos parecía a un zorro (Sí, lo sé). La tercera parte fue la predilecta: Tal vez nos agradó más Warped porque tenía escenarios más variados y llamativos para nuestras edades; además de que el primer juego nos espantó con la elevada dificultad con la cual no pudimos seguir, y el segundo no funcionaba en el disco (Una pantalla negra infinita opacaba las esperanzas de jugarlo algún día).

La pantallita de selección. El 1 era jodido, el 2 estaba quebrado y el 3 fue la elección predilecta

¿Qué pasó con CB3: Warped? Fue encantador, maravilloso y frustrante. Uno siente mucho cariño por aquel primer videojuego en el cual uno aprende las mecánicas y termina dominándolo. Ese fue el primer título jugable que me tomé en serio, así me costara varios intentos llevados por varias muertes. Ciertamente existieron otras joyas que jugué antes, como la enésima versión pirata de Super Mario Bros., alguna edición de Circus Charlie o las motos locas de Excitebike. Pero con Warped, fue que realmente me introduje al mundo de los videojuegos: No como un jugador casual que juega de vez en cuando, sino como alguien apasionado que le interesa ver más allá: Batallas finales, contenido extra, niveles escondidos, etc.

Después de ver a medias la intro del juego, empezábamos a rescatar (Así nos referíamos para decir la palabra “completar”) cada nivel. Una primera sala de teletransporte, que infantilmente le decíamos mundo, con 5 niveles enumerados. Tres los jugaba el personaje principal (Crash, por supuesto) y los dos restantes tenían que ser hechos por la hermana (Coco, en unos modos de juego muy simpáticos para mis tíos y yo).

Primer sala, primer "mundo". The first Warp Room of the game.

En ese entonces, aún no conocíamos ese mágico dispositivo llamado Memory Card, y a fuerza, la idea era completar el juego de una sentada (lo cual, para nuestras edades era bastante complejo). Ni siquiera completábamos el mísero primer mundo, y ya se tornaba cansón. No obstante, un día llegó a nuestras manos gracias a mi padre y se nos facilitó el poder avanzar en el juego... No del todo.

El primer boss (que llamábamos “guardián” ... no sé por qué) era un tigre musculoso con ánimo de aplastar al personaje protagonista. Había que aprender a vencer a Tiny. Y como raro, las vidas que se perdieron no fueron pocas. Fue una gran cantidad, la cual no recuerdo bien. ¡Sólo eso en el primer jefe! Bueno, terminamos aprendiendo y lo vencemos. Aparece un poder especial que ya podemos usar: Una especie de super aplastón oprimiendo X y luego O. Vencimos al “guardián”, guardamos el juego y continuamos hacia el segundo “mundo”, y así sucesivamente.

El momento inicial con el primer "guardián" del juego: Tiny Tiger

Era también propio de nosotros llamar de maneras extrañas a ciertos niveles. Al 7, basado en la antigua arabia, le pusimos el nombre de Traición. ¿Por qué? Porque el primer fulano que nos quitó una vida en ese nivel fue ese imbécil que avanza lentamente y luego se voltea para cortar los pantalones de Crash. Un jodido traidor. Y el 9, ambientado en la cultura egipcia, lo llamábamos Egipto (¡no me digas!) por obvias razones.

Hola! Tiempo sin verte, "Traición"...

Jefe tras jefe fuimos pasando. Ya nos costaba menos cada batalla. Pegarle tres veces al “guardián” de cada “mundo” era la rutina. Dingodile, N. Tropy, y N. Gin... todos esos cayeron (aunque el último me costó mucho trabajo hasta años después, ese sólo lo vencía mi tío). Y pues, quedaba el quinto “mundo” (porque en aquel entonces no conocíamos esa sala subterránea). Vencer cada nivel fue sencillo y obtener la gema era un desafío, pero lo único que importaba era llegar al jefe final. Y llegamos.

Enfrentar al archienemigo de Crash, Neo Cortex, en CB3: Warped, era de otro nivel. La mecánica no era tan compleja; y, aun así, empezamos a perder vidas muy velozmente. Estábamos mi tío y yo, frente a ese televisor, un 22 o 23 de diciembre, perdiendo una y otra vez en esa última pelea. Nos turnábamos para ver quién podía ganar, sin resultados alentadores. Comenzamos con 99 vidas y perdimos unas 50-55 en esa primera vez que intentábamos vencer al némesis del protagonista. Cuando su última barra de vida despareció en el turno de mi tío, y el quinto poder especial hizo presencia en el centro del recinto, empezamos a gritar y a celebrar como locos; pues era la victoria total... ¿O no? Alegres y todo, pero faltaba mucho para completar realmente el juego. Por el momento, ese era el fin de CB3 en una inocente niñez.

Pelea final. Cuando niño, perdía por aquí unas 55 vidas, aproximadamente.

Fui creciendo, y mientras seguía jugando me podía dar cuenta que había juego más allá de esa icónica batalla final (que actualmente puedo pasarme sin perder ni una sola vida). Niveles secretos, reliquias, una sala de teletransporte subterránea y varios tiempos que superar en el desafío de tiempo o Time Trial. En fin, podía frustrarme un montón de tiempo logrando el aún desconocido para mí 105% máximo de CB3, pero sabía que valía el sacrificio por la satisfacción de completar el videojuego.

Ver esto en la pantalla de pausa era... muy satisfactorio. (Miren ese 4K bien pro!)

No diré que el juego es bueno, malo, aceptable, épico u olvidable. Ni siquiera le daré una calificación. Sólo está aquí en un podio donde el esfuerzo, la diversión y la pasión se mezclaron en aquel primer juego que rescaté en su totalidad. Para mí es excelente, y la rejugabilidad es muy atrayente para los que lo puedan jugar.

Pronto saldrá un remake de la trilogía de Crash: N-Sane Trilogy. Las expectativas están por las nubes, a los nostálgicos se les moja su ropa interior, y la sensación será revisitar cada juego de la que alguna vez fue la mascota no oficial del PS1. Esta experiencia sólo está aquí para que los seguidores puedan disfrutar esta lectura ocasional, y (lo mejor) puedan compartir sus experiencias de un título que marcó la manera de jugar de millones de niños (y no tan niños) a finales de los 90 y comienzos de los 2000.

Junio 30. Prácticamente, ya llegó el tan esperado remake.

No sólo es bueno por la nostalgia. Lo vuelves a jugar hoy y se siente fresco: Los gráficos no han envejecido mal, el modo de juego no se ha tornado repetitivo, el OST sigue siendo memorable y su epicidad aún es constante. Alístense para jugar la nueva reedición en PS4, o recuerden las originales en PS1 o comprándolas virtualmente para PS3 o alguna consola portátil de Sony.

Ojalá compartan sus experiencias en los comentarios de este artículo!

Terminó aquí esta mini-columna. Más íntima que muchas cosas aquí jajaja. Nos veremos pronto con el especial de JLG y 4.40. ¡Hasta Luego!


“Ahora el fin marca un nuevo inicio”

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