4.24.2020

Soda Stereo en Bogotá: Gracias Totales (Un Egovistazo Especial)


¡Ahora han entrado a un nuevo inicio!

El tema de hoy. Verán que me voy a extender lo necesario para abordar esto

Todo inició con una breve misiva en la que expresaba mi deseo por tener un espacio en la red en donde pudiera expresar mis juicios, opiniones y expectativas acerca de diversos temas. Todo empezó hace cinco años, un 24 de Abril de 2015 en el que me arriesgué a empezar un nuevo proyecto con la intención de aprender y disfrutar todo lo correspondiente a este arte tan extenso y tan interesante como lo es la música.

En ese entonces, apenas comenzaba mi etapa universitaria y quería que mis ideas fluyeran por medio de artículos que se convirtieron en mi legado más valioso hasta la actualidad. Hoy, con mis estudios universitarios casi terminados, miro hacia atrás y me fijo en todas aquellas experiencias y oportunidades que me trajo este espacio tan maravilloso… Siento un gran sentimiento de nostalgia por haber armado un espacio que logró entretener e inspirar a varias personas; incluso nos permitió conocer las historias más reveladoras detrás de la creación de grandes íconos de la cultura popular. Y a todos los que han seguido en estos años este proyecto: ¡Gracias Totales!

Todo comenzó con este simple logo y una misiva.

En el 5° aniversario de Ya Viene… Todo a su Tiempo, les presentó mi análisis descriptivo y crítico acerca del más reciente concierto al que tuve la fortuna de ir: Gracias Totales de Soda Stereo.

Y desde el primer momento les digo que este multitudinario evento no estuvo exento de críticas debido al gran escándalo que podía significar el hecho de que la banda hiciera una nueva gira con su vocalista/guitarrista ausente. ¡Carajo! Hasta yo mismo confieso que expresé en su momento que este nuevo capítulo en la historia de la banda estaría motivado por amplios intereses económicos. Sin embargo, a Zeta y a Charly no les importó demasiado el huracán que se generó entre la fanaticada de Soda Stereo, y continuaron con paso firme.

Hector "Zeta" Bosio y Charly Alberti, frente al público del Estadio El Campín, en Bogotá

Por lo visto, tanto el baterista como el bajista quedaron impresionados por el alma de la banda manifestada en aquel ya lejano proyecto del Cirque du Soleil llamado Séptimo Día, en el que ambos trabajaron tras bambalinas, con el apoyo de uno de los colaboradores de mayor confianza del ausente frontman: Adrián Taverna. Entre los tres invirtieron meses de arduo esfuerzo para preparar un disco de remezclas que fue lanzado al mismo tiempo que la propuesta circense, y que fuera de contener unas adiciones interesantes, en su momento definí como un descarado cashgrab cuya compra no ofrecía el mínimo valor agregado que se espera de la banda.

Pero no me malentiendan, llamo despropósito únicamente al disco lanzado y no al show concebido por el Circo del Sol, debido a que en el espectáculo se aprovechó todo el potencial de las personas involucradas para hacer unas coreografías ingeniosas. ¿Innovador? Para nada ¿A la altura de la banda? Totalmente. En simples palabras: Un llamado a revivir los viejos tiempos, a través del nuevo talento. Y eso sólo fue el principio del regreso de los integrantes sobrevivientes de la banda.

El Cirque fue un proyecto que dejó pensativos a los sobrevivientes de Soda...

Puedo suponer que existió un trabajo discreto y silencioso durante aproximadamente un año entre todos los invitados a participar en aquel proyecto de Soda iniciado por Zeta y Charly, aunque el panal se intentó alborotar un mes antes de la gran revelación cuando periodistas argentinos corrieron el chisme de que el ahora dúo rockero más grande de Argentina regresaría a los escenarios con un nuevo vocalista de la talla de Chris Martin (Coldplay) o de Bono (U2). Y lo interesante del caso es que ni el bajista ni el baterista de Soda reaccionaron ante la declaración. Ni la desmintieron, ni la desvirtuaron… Simplemente, la respuesta nunca llegó… O al menos, eso creíamos nosotros.


El 3 de Octubre de 2019 se soltó la bomba. Con un teaser en el que Charly y Zeta tomaban sus instrumentos para tocar Hombre al Agua y con una carta firmada por la banda en la que anunciaban una nueva gira, se confirmaba la noticia: El regreso a los escenarios de Soda Stereo. Y por supuesto, las reacciones no se hicieron esperar. Los más ofendidos fueron los fanáticos recalcitrantes de Cerati, acusando a los implicados de robar el nombre, engañar a los fanáticos, dejar el nombre de Soda en ridículo, entre otras exageraciones que no impidieron que un público masivo se ilusionara con el ya anunciado regreso.

Esta es la famosa carta del regreso. No se imaginan cuanto odio levantó en redes sociales!!

Desde el principio, se aclararon tres cosas:
1. El evento era sólo una gira de homenaje. Nada de volver a grabar en estudio ni algo similar
2. Las personalidades invitadas no reemplazarían a Gustavo, de ninguna manera
3. No todos los intérpretes estarían en vivo. De los anunciados, sólo la mitad estarían en cada ciudad. Y de acuerdo a la ubicación, los invitados presenciales cambiarían.


Y de Octubre en adelante, se fueron anunciando las fechas en las que iba a tener lugar este proyecto. Las entradas iniciales se agotaron en cuestión de días, por lo que se abrieron más localidades y hasta nuevas funciones para contemplar lo que tenían preparado para los interesados en el grupo. El inicio de esta aventura se daría en Bogotá, Colombia, en una fecha poco usual: 29 de Febrero de 2020… para luego viajar alrededor del continente americano durante los tres meses siguientes, algo que por el momento no se ha logrado completar.

Y con este vídeo, presentaron a los artistas invitados. Realmente habían muchos nombres interesantes

¿Quién haría parte de la presentación en vivo? Además de Charly y Zeta junto con los artistas invitados, el grupo estaría soportado por Fabian “El Zorrito” vön Quintiero, quien fuera tecladista de Soda en las épocas de Nada Personal y Signos para luego convertirse en parte importante de la banda de Charly García a comienzos de los años 90. Así mismo, el llamado por algunos “cuarto soda”: Richard Coleman, que había aportado su talento de guitarrista al primer disco de estudio del grupo argentino y a los dos últimos trabajos discográficos de Cerati. Por último, pero no menos importantes, la participación en guitarra de Roly Ureta, antiguo compañero de Richard y Gustavo en una agrupación paralela a Soda Stereo llamada Fricción y los aportes de Simón Bosio, hijo del bajista del grupo y que ha formado una carrera discreta respecto a las mieles de la música.

Como de costumbre, yo no disponía de dinero para asistir a este evento. Sin embargo, logré ganarme la boleta a través de un concurso en una emisora, a la cual le agradezco ampliamente el haberme dado la oportunidad de presenciar un concierto de esta magnitud. Pero la pregunta que la mayoría de los lectores se hace en este preciso momento es: ¿Qué tal el concierto? ¿Valió la pena o fue una estafa? Pero no se apuren, porque primero voy a reseñar lo que experimenté en dicho concierto, para después concluir en si fue una maravilla o una decepción. ¡Aquí vamos!

Esta fue la boleta que me pude ganar. De nuevo gracias a esa emisora!!

El Estadio El Campín abrió sus puertas a las 5 pm de aquel sábado para que todos los asistentes se acomodaran desde temprano. Entre los vendedores de empanadas, los vasos de licor y el cansancio corporal se fueron pasando las tres horas y media de espera. El grupo arrancó 30 minutos tarde, pero eso fue irrelevante cuando estaba a punto de comenzar un suceso extraordinario. Las pantallas empezaron a transmitir un paseo por una biblioteca casera de la que se retira un VHS con el nombre “Soda”, este es puesto en el reproductor, y empieza a emitir diversos momentos inéditos de la banda en sus mejores años. Nadie encima del escenario musitó palabra alguna. La música hablaría por ellos.

“Acuéstate, levántate, no puedo seguir así, oh no. Apágalo, enciéndelo, no puedo seguir así, oh no”
Sobredosis de TV – 1984.

La primera melodía sería Sobredosis de TV. Un Gustavo Cerati en las pantallas del estadio cantaría con su estilo particular, mientras los demás miembros de la agrupación lo acompañaron en vivo. Y las personas empezaron a corear aquella letra icónica del trío argentino. El ambiente generado fue tan increíble como el que se debió haber generado en las presentaciones pasadas hechas en la capital de Colombia. El público de este país recibía con los brazos abiertos el regreso de uno de sus ídolos más grandes a nivel musical, así la presencia de Gustavo no fuera total.


Y desde que finalizó la canción inicial, todo el Campín acogía el cántico referente a la banda. ¿Y cuál era ese cántico? El ya conocido por muchos: ¡Oe, oe, oe, oe, Soda, Soda! que retumbó tanto en las gradas como en las zonas donde las personas estaban de pie. El espectáculo continuaría con Hombre al Agua a cargo de la voz de Richard Coleman, el cual estuvo a la altura de aquellas presentaciones pasadas de Gustavo con la banda tanto instrumental como vocalmente. Después de esto, aparecería León Larregui para colaborar en Disco Eterno, con una interpretación pegada a la original pero que podía sentirse un poco vacía. No conozco mucho el trabajo de Zoe, pero estoy seguro de que su vocalista pudo haber puesto más empeño a la hora de interpretar esta pieza. Le hizo falta una poca de gracia, como dicen por ahí.


Seguiría El Rito, interpretada por Álvaro Henríquez virtualmente y estuvo bien, a secas. El frontman de Los Tres impregnó a esta canción mística de todo su estilo folk con resultados interesantes, aunque estuvo lejos de ser uno de los grandes momentos del concierto (y no ayudó su ausencia física durante el concierto). El que si sería uno de los highlights de la noche llegó inmediatamente después de Álvaro: Rubén Albarrán aterrizaba en el escenario con una maravillosa versión de Lo que Sangra (La Cúpula); y dio una catedra de como dominar el escenario frente a la ausencia de Gustavo. Tanto su voz característica, como su manera de interpretar la melodía y su energía en el escenario fueron los ingredientes perfectos para que el voltaje se elevará a niveles impensables en todo El Campín.


“Yo conozco ese lugar, donde revientan las estrellas. Yo conozco la escalera en espiral hacia la cúpula”
Lo que Sangra (La Cúpula) – 1988.

Luego de ese gran momento, vendrían tres artistas virtuales que, sin importar su ausencia lograron cautivar de una u otra manera al público asistente (Eso sí, unos más que otros). La primera fue Julieta Venegas con Signos, que tuvo un desempeño similar al de León Larregui: simple, uniforme y ciertamente ligada a la original. Pero no se puede juzgar de la misma manera a los invitados presentes que a aquellos atrapados en la pantalla, porque los del escenario pueden desenvolverse más libremente (cosa que León no hizo). Así que todo bien, Julieta.


Walas, vocalista de Massacre, se haría cargo de Juegos de Seducción, el cual contó con unas habilidades vocales que diferenciaron ligeramente esta versión de la original; y lo hizo bien. Después, llegaría Benito Cerati para interpretar uno de los clásicos de Sueño Stereo: Zoom, con una presentación colorida y animada acompañando una manera coqueta de abordar este éxito de los últimos años de la banda. Eso sí, no fue una de mis favoritas por el simple hecho de que siento que el intérprete hubiera explotado aún mejor el concepto con su presencia… Pero bueno, espero que en las otras ciudades a las que si asista, pueda sacar adelante esta idea.


“Lo que seduce nunca suele estar donde se piensa”
Zoom – 1995.

El espectáculo continuaría con la intervención de Adrián Dargelos, líder de Babasónicos, en Trátame Suavemente, una de las baladas más queridas por los seguidores del grupo. ¿Cómo lo hizo? Fue sobresaliente, y supo evocar el sentimiento de ternura de la original. El carisma que demostró en la tarima fue uno de los factores decisivos para el éxito de esta versión, porque lamentablemente la voz no destacó como en algunas canciones de su agrupación, en las que el talento vocal es muy bien explotado.


El punto medio del concierto llegaría con una pieza tan icónica como excelente: En la ciudad de la furia, y el que tomo las riendas en la voz fue Gustavo Cerati, de forma virtual… No sin antes cometer una equivocación en el vídeo introductorio que se mostró y quedó detenido sin previo aviso: Un pifie, como dirían por ahí. Regresando al sencillo clave de Doble Vida, sólo es posible mencionar elogios acerca de este. Realmente funcionó muy bien el esquema cruzado entre la banda en vivo y el vocalista difunto devuelto a la vida mediante esa pantalla mágica, porque las emociones fluyeron de una manera inimaginable en el contexto de ausencia del frontman de Soda. Un momento excelente con un cierre de guitarra eléctrica ideal.


“Me dejarás dormir al amanecer entre tus piernas, sabrás ocultarme bien y desaparecer entre la niebla…”
En la ciudad de la furia – 1988.

Aquí llegamos a un punto controversial del espectáculo: La aparición de Draco Rosa para darle vida a En Remolinos, la cual fue amada por unos y odiada por el resto. Me parece que la atmosfera oscura y deprimente de Robi nutrió de forma adecuada a una pieza que representa un encuentro consigo mismo, con sus ángeles y demonios. Cada desgarro del hombre se sintió como una liberación de todas esas ataduras a las que podamos estar enredados en este contexto mundano. Me gustó cómo Draco abordo este misticismo, a su manera, y con un alto nivel de profesionalismo.


Oh no… No, no, no… ¿Cómo nos pudiste hacer eso, Andrea? ¿Por qué tenías que ser tú? Eras la intérprete en la que más se conservaban las esperanzas de mostrar un buen contenido, pero resultó al revés. La versión de Pasos realizada por Andrea Echeverri, vocalista de Aterciopelados, no fue del agrado de mucha gente, incluyéndome. Esforzaba tanto la voz que los desgarros le salían mal en partes cumbre de la melodía, y dicha exageración vocal bastó como para que las ilusiones de ver a Andrea con Soda otra vez se rompieron en millones de pedazos. Me gustaría decir que estoy exagerando, pero el vídeo no miente. Vean y me comentan.


Luego siguió uno de los mayores éxitos de la banda, Cuando Pase el Temblor, con la voz de un Gustavo Santaolalla al cual no parecen afectarle los años a nivel vocal. A pesar de que no hizo acto de presencia en Bogotá, las pantallas permitieron demostrar el aún vigente talento del genio compositor de proyectos como Bajofondo o la banda sonora de The Last Of Us. A continuación, vendría uno de los momentos más conmovedores del show a través de la canción más sentimental de aquel poco difundido Dynamo: Fue. De nuevo aparecía de forma virtual la figura de Gustavo para interpretar aquella joya incomprendida en su época. Se sentía una tristeza notoria cuando la banda y el vocalista se miraban mutuamente, pero el público veía claramente la ausencia del ya fallecido. Todas las luces de los teléfonos celulares fueron prendidas para homenajear a ese grande de la música que había partido 5 años atrás, y El Campín quedó impregnado de una nostalgia que a más de uno le pudo haber sacado unas cuantas lágrimas.



“Fuiste mía, y el hastío nos llevó al desengaño. Y eso pasó… Fue”
Fue – 1992.

Después de una emotividad pura, el concierto sorprendió con una presentación cuya calidad no se esperaba, ni siquiera por parte de los seguidores más optimistas de la banda. Mon Laferte aparecía para darle vida a Un millón de años luz, sencillo muy popular de Canción Animal, y resultó ser la antítesis de la presentación de Andrea Echeverri; es decir, una interpretación muy buena. La voz de la señorita con todos sus desgarros y sus matices logró hacer completamente suyo dicho clásico de Soda, desenvolviéndose de una forma majestuosa. La chilena logró dar la talla en esta ocasión.


En estos momentos, ya se sentía que estábamos llegando al tramo final del espectáculo. Desafortunadamente, Mon fue la última invitada de manera presencial y melodías como Prófugos y Persiana Americana fueron cantadas por artistas que no hicieron acto de presencia en Bogotá. Esto era posible esperarlo del vocalista de Catupecu Machu, Fernando Ruíz Díaz, pero no de Juanes. De hecho, me llamó mucho la atención el hecho de que el artista paisa no hubiera viajado a Bogotá para inaugurar la gira en el país que lo vio nacer, y viendo su interpretación en vídeo me doy cuenta de que la emoción y el ánimo de los asistentes habría sido mayor si no se hubiera ausentado. Y con Fernando sucede lo mismo, porque el talento vocal demostrado daba para potenciar el show “en vivo y en directo”. Lastimosamente, así no fue y espero que en las ciudades a las que ellos viajen, el público pueda disfrutarlos al máximo.


“Y cuando el enmudece y las promesas engañan, nos revolcamos en el jardín por donde nadie pasa”
Un millón de años luz – 1990.

La penúltima canción fue Primavera 0, donde Gustavo Cerati reapareció en las pantallas por última vez para deleitar a su público desde la dimensión en donde esté. Un momento suave y tierno, en medio de la intensidad de las cuerdas y la batería. Y todo terminaría con la insignia por excelencia de Soda Stereo: De música ligera. La pieza musical que otrora cerró aquel último concierto en 1997, fue elegida para también cerrar este homenaje, con la inclusión de Chris Martin como cantante, aunque ausente del escenario bogotano. Y esta es otra de las críticas a este evento: ¿No pensaron que el final del espectáculo merecía algo más que una presentación virtual de un personaje que si tenía la posibilidad de estar en Bogotá? Era preferible invitar a todos los invitados presentes para interpretarla entre todos, o dejar al vocalista de Coldplay a la mitad del show y no para cerrarlo… En resumen, había mejores maneras…


Sin importar esa falla garrafal, emociones como la euforia y la nostalgia tomaron fuerza en la mayoría del público, las cuales permitieron que el superéxito de la banda se disfrutara de principio a fin. Al escucharse los últimos acordes de las guitarras y bajo, y los últimos golpes en la batería, iba a concluir la primera parada de esta nueva gira. Sin musitar palabra alguna, Zeta, Charly, Fabián, Simón y Roly se despidieron de El Campín y los créditos aparecieron en las pantallas. El espectáculo había concluido.


“Tarda en llegar, y al final, al final, hay recompensa”
Zona de Promesas – 1993.

Siendo muy honesto, sentí un poco de vacío después de que finalizó el concierto. Caminando en medio de toda la marea de gente que salía del estadio, me imaginaba como hubiera sido la interpretación de éxitos tales como En el séptimo día, Entre Caníbales, Picnic en el 4B, Ella usó mi cabeza como un revolver, Estoy azulado, entre otras… cuya inexistente aparición les chocó a varios asistentes, incluyéndome. Aprovechar el potencial de los invitados presentes mediante una canción adicional podría haber sido una gran opción, pero desafortunadamente no sucedió. ¿Por qué había sido corto (o por qué había sentido tan corto) este espectáculo?, me pregunté mientras regresaba a mi lejana residencia. Se me pasaron algunas tristes ideas por la cabeza, por lo que preferí no obtener respuesta a esa cuestión.

Setlist de aquel 29 de Febrero en El Campín

Después de revisar lo sucedido aquel 29 de Febrero, procedo a dar mi juicio al respecto:

Es entendible la intención del grupo de no expresarse con palabras, debido a que la intención de la gira no era robarle el protagonismo a Gustavo Cerati; sino más bien, homenajearlo. La presencia del frontman está en todo momento del concierto, a pesar de que su vida ya haya culminado. Sin embargo, eso no evitó que Zeta se paseara por todo el escenario durante varias canciones y manifestara sus emociones por medio del gran poder de aquellas cuerdas de su bajo. Fue un detalle muy agradable de ver. Su hijo también se lució en la guitarra, teniendo su momento de mayor brillo durante la intervención de Mon Laferte.

Charly, Zorrito y Roly estuvieron bien. No hay queja alguna de mi parte. Y con respecto a los invitados presentes, considero que se pudo haber hecho un mejor trabajo a la hora de elegir y ensayar las canciones correspondientes a cada uno. De hecho, lo sucedido con Andrea Echeverri y León Larregui son claras muestras de que se requería mejor preparación en ese ámbito. No obstante, eso no impidió que Mon Laferte, Richard Coleman y Rubén Albarrán mostraran un gran performance, ofreciendo unas interpretaciones que honraron muy bien al gran ausente de la noche. Posterior a ellos colocaría a Draco, el cual considero que dotó de una atmosfera muy oscura al tema de introspección personal al que le dio voz. Adrián Dargelos le seguiría con un toque coqueto y tierno a aquella balada de Melero, aunque su talento vocal no destacó tanto como se esperaba. Y para el olvido quedan Andrea y León, los cuales no desarrollaron bien los temas a los que le tenían que dar vida y que con su amplia trayectoria se esperaba algo mucho mejor.


“Esto parece un museo de cera, un simulacro demasiado real, debo encontrar algún sitio afuera, quiero cambiar la escena…”
Imágenes Retro – 1985.

Con todo eso dicho, les confieso que me pareció un gran concierto. Siempre deseé estar en un concierto de mi banda favorita y no lo logré por la edad, y posteriormente por el fallecimiento del líder de la banda. Sin embargo, se dio la oportunidad de experimentar sus canciones en un concierto masivo y no me arrepiento en lo absoluto. Por último, cabe resaltar que una de las mejores partes consistió en disfrutar a lado de muchas personas el espectáculo, coreando todas sus canciones y sintiendo ese ambiente que desde mi adolescencia quise vivir con Soda Stereo.

¡Oe, oe, oe, oe! ¡Soda, Soda!

Aquí termina este artículo, realizado con mucho cariño después de varios meses en los que la sequía de contenido era el pan de cada día. Espero lo hayan disfrutado y nos veremos en una próxima ocasión… Ah, a propósito de eso:

Hoy anunció el inicio de una pausa indefinida de la actividad de esta dimensión, la cual ya presentaba considerables interrupciones que pudieron haber notado en estos últimos meses. Se quedan algunos proyectos pendientes por terminar, a los cuales aún no les encuentro la suficiente creatividad como para finalizarlos. No obstante, tengan por seguro que tarde o temprano, esos proyectos se cerrarán de la manera adecuada… ¡Les hago esa promesa!


“Ahora todo es bruma y no hay luces que seguir. Si piensas volver… Algún Día”
Algún Día (cover de Queen) – 1997.


“Ahora el fin marcará…”