Se repitió. Black Mirror lo hizo de nuevo, y no dudo que lo siga haciendo en el futuro.
Si lo desean, pueden considerar a
este artículo como una segunda parte de aquel en el que revisamos los covers de distintas canciones mediante Inteligencia Artificial. Porque, como lo habrán
notado, la serie de Netflix es el extraño hilo conductor entre aquel suceso y
el que hoy tendrán la oportunidad de revisar. ¡Bienvenidos!
Joan es horrible es el
primer capítulo de la sexta temporada de Black Mirror, reconocida serie de
Netflix caracterizada por mostrar situaciones distópicas fruto del avance de la
tecnología y los instintos humanos (Tan particular como inesperada, debido a
que su creador, Charlie Brooker, había tirado la toalla durante la pandemia de
COVID-19 al no sentir que fuera necesario continuar la serie en medio de varias
series con premisas similares y una realidad cada vez más cercana al concepto
de su obra). En aquellos 56 minutos, se cuenta la historia de una persona
normal, que es utilizada como fuente de inspiración para una serie de streaming
que cuenta las desventuras de su vida, logrando enviar su reputación al abismo
y causándole un arranque de locura mezclado con un profundo deseo de venganza
hacia la compañía multimillonaria que la emuló.
Tan sólo ha pasado un año desde
la emisión de dicho episodio hasta el desencadenante del artículo de hoy, el
cual consiste en uno de los capítulos más recientes del segundo activo más
eterno de la televisión mexicana, sólo superado por los programas de Chespirito:
La Rosa de Guadalupe.
Este seriado es la definición más
clara de “tan malo que es bueno”, algo mencionado múltiples veces por usuarios
de YouTube, columnistas de internet y un larguísimo etcétera de personas; no en
vano, por tener en su haber episodios que trataban de la manera más vergonzosa
posible temas que oscilaban entre el SIDA, y las aguas locas; pasando por una
niña sicario, un par de amigos fanáticos de la cultura japonesa, la adicción de
niños ricos por el equivalente peor logrado de Pokémon Go; y el caso más sonado
recientemente, que involucra a una niña con el peor acento colombiano que se
puedan imaginar (En caso de que hayan borrado de su memoria la mítica frase “Me
chimba conocerte”, se las entrego de vuelta. Con todo gusto).
Después del contexto sobre dicho
producto televisivo, aterrizo al punto que quiero llegar: Un capítulo reciente
llamado “Fan de su relación”, que probablemente habrá generado el mismo
efecto de aquel capítulo de Black Mirror en los protagonistas de la historia
real, la cual involucra a celebridades mexicanas y argentinas como lo son
Angela Aguilar, Christian Nodal y Julieta Cazzuchelli (Cazzu). Al ser un tema
de farándula, las redes sociales se inundaron constantemente de “primicias”
acerca de este tema, por lo que probablemente tú sepas cuál fue todo el drama
entre esos personajes. En caso de que no sea así, prefiero resumirlo en un “clásico
triángulo amoroso” de Angela y Julieta peleándose por el caballero en cuestión.
Retomando con el capítulo, me
parece increible el nivel de humor involuntario provocada por esta novela,
incluyendo en su haber malas actuaciones, un guion desastroso en el que si o si
tienen que decir cada cinco minutos el nombre del episodio, la parodia no
solamente del personaje principal sino también de celebridades como Pepe
Aguilar (ilustrado en la sátira del hombre calvo, millonario y humillativo) o
Belinda (representada en la compañera con el perfil conocido como “mosquita
muerta”); entre otros detalles que permiten que el episodio no sea un
somnífero.
Para nada es un episodio bueno,
pero sirve para pasar el rato en medio de unas buenas carcajadas. Aunque el punto
central no se enfoca tanto en la calidad de este, sino en lo que representa.
Estamos hablando de que Televisa, quien crea los episodios de La Rosa de
Guadalupe, se tomó la libertad de
elaborar una trama finalmente transmitida en televisión internacional acerca de
una versión libre de la vida de dos de los cantantes mexicanos más sonados de
la actualidad, y sin consecuencia alguna. Si, puede que el Pepe Aguilar, el padre
de Angela, haya amenazado a Televisa con tomar acciones legales, pero hasta
ahora no pasan de ser ladridos de perro rabioso.
La reflexión de este artículo,
atada a lo sucedido con Black Mirror es: ¿Cuánto falta para que una empresa de
televisión o streaming tipo Netflix, masifiquen los relatos dramáticos no
autorizados por sus protagonistas y basados en hechos reales? ¿Cuánto tiempo
queda para que uno de nosotros sea elegido al azar para que su privacidad le
empiece a generar rentabilidad a una empresa multimillonaria, comprometiendo su
reputación? ¿Qué tan estrictos son los términos y condiciones que le aceptamos
a estas empresas para disfrutar su contenido, a cambio de que ellas puedan
capitalizar todas las experiencias de vida de alguna persona?
¿Llegaremos a un punto de no
retorno en menos de diez años, en donde los famosos ya no sean los sujetos de
prueba, sino lo seamos nosotros? Ahí se las dejo.
¡Nos vemos en un
próximo artículo! ¡Hasta la siguiente ocasión!
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“Cada día se me va, sin sentir la libertad”