¡Bienvenidos de nuevo a esta dimensión!
El especial de navidad de esta página ha llegado, y
tengo el honor de presentar un disco referente a estas fechas recién salido del
horno. Para ser más exacto, fue lanzado el pasado 27 de Noviembre con el ánimo
de entregar nuevas reversiones de clásicos de estas festividades. Sin embargo,
este álbum tiene dos particularidades: uno, que a diferencia de aquel debut
discográfico de cierto quinteto de chicas, no sólo van a estar presentes
villancicos o melodías navideñas de talla global, sino que también se le dará
espacio a los cañonazos tropicales que son recordados cada fin de año en los
hogares colombianos; y dos, una gran cantidad de carranga para bailar y gozar. Hoy
veremos a Los Rolling Ruanas con La Casa de la Abuela.
Para los que no sepan, los Ruanas son una agrupación
colombiana que surgió en el 2015, enfocada en la música campesina que empezó a
promover Jorge Velosa desde finales de los años 70, combinada con un estilo
juvenil y rockero; para lograr una sustancia tan original como interesante. Eso
sí, la exploración de ritmos alternativos es de igual manera un agregado muy
significativo para la creación de sus nuevas piezas (algo visto en su
segundo disco, Sangre Caliente). Vamos a revisar si su trabajo discográfico
con motivo de las celebraciones decembrinas alcanza a tener gran calidad, o si
en un mes será abandonado en el baúl de objetos perdidos. Sin más dilaciones,
comencemos este vistazo a La Casa de la Abuela, ¡para celebrar las festividades
de fin de año!
La Casa de la Abuela (2020)
1. Noche de Paz
2. Buy Traguitos
3. Jingle Bell Rock
4. La Suavecita
5. Gozos
6. Hacia Belén va una burra
7. Pecadora
8. La casa de la abuela
9. Faltan 5 pa las 12
A pesar de ser una reseña corta, me gustaría examinar
algunos tracks de forma detallada; debido a que su naturaleza y características
dadas por el grupo pueden jugar un gran papel dentro de la estructura del álbum
en general. Y para apartarse del común denominador de la parranda y la euforia
absoluta, el disco arranca con una melodía suave y reflexiva: Noche de Paz.
Aunque pueda sonar más rápida que las típicas versiones, continúa brindando ese
ambiente de armonía que se espera tener durante las festividades. Me gustaría
destacar el añadido en la última estrofa que permite evocar el diario vivir del
campesino, cuya rutina le permite contemplar con mayor cuidado el entorno en el
que se encuentra y el legado que le ha dejado su ascendencia… Esta última es
una parte inspiradora que nos recuerda el origen de la carranga y la notable
dedicación que se le da a cada labor en las zonas rurales del mundo.
Buy Traguitos y La Suavecita como pistas 2 y 4,
respectivamente, comparten muchos elementos a resaltar: son reversiones de
composiciones tropicales del ayer que cada Diciembre son infaltables para
escuchar y bailar; cumbias interpretadas en las potentes caricias de la
guitarra y el tiple, sin olvidar a la guacharaca estableciendo un orden
estricto en cada tiempo. Versiones que sus autores originales, Guillermo
Buitrago y Víctor Gutiérrez, estarían muy satisfechos de escuchar. No hay
cambio alguno en la letra de las canciones reelaboradas, pero el apartado
instrumental y vocal está muy bien armado.
PD: El juego de palabras de Buy Traguitos haciendo
alusión al apodo del autor está bien ingenioso.
Con Jingle Bell Rock nos vamos hacia un campo
más global, evocando los recuerdos de un clásico conocido a lo largo de todo el
planeta gracias a Bobby Helms. La transición que Los Rolling Ruanas realizan
desde el rockabilly hacia la carranga se hace de forma muy natural, asunto que
confirma el talento de la agrupación desde hace cinco años con aquellos covers
de los escarabajos y las piedras rodantes. Así mismo, es de esas melodías en
las que se nota que los instrumentos acústicos no tienen nada que envidiarles a
los enchufados, debido a la pericia con la que se manejan los primeros. Una
joya en el apartado sonoro.
La mitad del disco está marcada por un interludio de
una breve tonada que en una Novena de Aguinaldos no puede faltar: “Ven a
nuestras almas, ven no tardes tanto”. Gozos para cada uno de los nueve días,
que en sus veinte segundos de duración resume la esencia sincera y natural que
se le ha querido dar a esta creación decembrina.
La segunda parte comienza con otro villancico en un
tempo más rápido y que contaba uno de los primeros trabalenguas que varios
aprendimos en nuestra niñez: Hacia Belén va una burra. Además de brindarnos
los ya típicos instrumentos de la carranga en una composición inolvidable,
aplaudo el hecho de incluirle al cántico la casi olvidada estrofa de “los
calzones de San José roídos por los ratones”, brindándole un estilo más
gracioso y único a esta nueva versión. Definitivamente esta otra mitad también
empieza bastante fuerte.
Les presento la que a mi parecer es el mejor track del
álbum: Pecadora. Aquí es donde la experiencia a la hora de aprovechar la
guacharaca y cada una de las cuerdas se hace notar más, regalándole a la
composición original un toque más cercano a la carranga rock que la banda ha
interpretado durante toda su carrera. Y ya sea por mérito del autor original
(Pastor López) o el de su contemporáneo Rodolfo Aicardi, los Ruanas además nos
regalaron una especie de sample en su propio estilo del puente musical
del clásico decembrino Boquita de Caramelo concebido por el ya
mencionado señor Aicardi. En conclusión: por más sencilla que sea la letra, una
excelente interpretación puede convertirla en la mejor contribución navideña
del grupo.
El paso se suaviza con el penúltimo track y único
original en el trabajo discográfico: La casa de la abuela, una carta de
amor a las tradiciones, los recuerdos familiares y a todas esas abuelas que
entregaron felicidad, historias de vida y momentos inolvidables. Una dedicación
con mucho cariño, acompañada de tiernas cuerdas y voces armoniosas.
El cierre llega con la última melodía que las familias
escuchan cada año, a manera de tradición para finalizar el último de los 365 (o
366, si es bisiesto) días: Faltan 5 pa las 12, en una versión más
introspectiva, prácticamente a capella. Ya no vamos a encontrar la voz
grave y temblorosa de Néstor Zavarce acompañada de campanazos; pero es posible contemplar
una versión más tranquila y reflexiva, no tan deprimente, aunque aún
sentimental. Las cuerdas pasan a un segundo plano, para que la voz sea la gran
protagonista del fin de este álbum, tan alegre como nostálgico.
Para concluir, respondo la pregunta que planteé al
inicio: ¿Es de gran calidad, o es nada más un pedazo olvidable de historia?
Pues realmente es un buen trabajo, que aprovecha la esencia de la carranga y el
rock, armando con ellos ideas nuevas para la concepción de canciones ya
existentes. Realmente si se evidencia el valor agregado puesto a las versión
para que homenajearan a sus creaciones originales, sin que cuenten con un amplio
parecido.
Tiene el potencial de convertirse a futuro en un
clásico revisitable por muchos años más, con una labor a pulso que lo soporta
muy bien. En resumen, es el sabor de la navidad hecho carranga.
Espero que hayan disfrutado este recorrido por la
música típica de navidad, y nos estaremos viendo en una próxima columna este
mismo mes. ¡A su tiempo nos veremos!
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¡Los finales siempre marcan nuevos comienzos!
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