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7.26.2019

AlbumEscape #18: Vigilante - Willie Colón y Héctor Lavoe (1983)

¡Ahora han entrado a un nuevo inicio!

El hecho de regresar a reseñar otro álbum de aquel movimiento histórico para la música no es mera casualidad. Ocho meses atrás, en mi reseña del disco más importante para la Salsa (click aquí si la quieren ver), había mencionado el gran respeto y aprecio que siento por el ya mencionado género. Incluso, el haber visitado las siete obras de arte que formaban parte de aquel álbum me despertó un ánimo constante para continuar visitando estas historias llenas de son, guaracha y guaguancó.

Para continuar visitando los hitos más importantes de la historia salsera (y como una manera de recordar a aquel gran intérprete a 26 años de su muerte), hoy veremos la última producción en estudio del dúo conformado por El Malo del Bronx y el Rey de la Puntualidad: Vigilante. Pero antes, un poco de historia al respecto.

El dúo más significativo de Fania a comienzos de los 70's. Cada uno contaría con diferente rumbo en la siguiente década.

El comienzo de la década de los 80 pintaba de diferente manera para cada una de las estrellas de Fania, la mayor casa discográfica salsera del mundo. Mientras que Willie Colón se encontraba en una fase de consolidación, dada por sus trabajos al lado de Rubén Blades y su estreno como solista; el momento de Héctor Lavoe era simplemente desastroso. Aunque seguía presentándose en conciertos multitudinarios, el furor por su carrera se había terminado… Parecía que los 70’s se habían tragado a Lavoe hasta sólo quedar un hombre cuyos excesos y adicciones a las drogas lo destrozarían por completo en cuestión de meses.

Desconozco si los ejecutivos de Fania pretendían revivir la carrera de Lavoe por altruismo o por simple interés económico (“Ingenuidad pensabas de mí…”), pero generaron las condiciones suficientes para que el ponceño regresara a sus años de gloria. Primero: Juntar de vuelta a Willie Colón con su viejo compañero, con quién destacó durante la primera mitad de los 70’s con grandes clásicos como Aguanile o El día de mi suerte. Segundo: Generar un proyecto de gran trascendencia artística, en el que Héctor brillará con su voz, su identidad y su actitud despreocupada.

Y los volvieron a reunir en pleno... Aunque Willie igual había producido los discos solistas de Héctor.

De esta manera, en 1982 se grabaron los 37 minutos del disco que se tardarían un año en salir. ¿La razón? La “ingeniosa” propuesta de Jerry Masucci (sí, otra vez el propietario desvergonzado de Fania) de lanzar y promover un filme titulado The Last Fight, que terminó siendo uno de los clavos en el ataúd de la disquera. Con un guión incoherente escrito por el mismo Masucci (¡Oh, por Dios!) y un recibimiento muy pobre de parte del público que no cayó en la trampa (a pesar de que contara con las apariciones estelares de Rubén Blades y Willie Colón); se generó un fracaso titánico que se agravaría poco después por el agotamiento de sus artistas, los cuales ya no querían tener relación alguna con Fania o sus directivos.

¡Damas y caballeros! Con ustedes, la culpable de que Fania se fuera al carajo: The Last Fight!

El proyecto del dúo Colón-Lavoe también tendría que ver con otra película: Vigilante, la cual se centra en la venganza de un hombre por el asesinato de su hijo, en un barrio lleno de pandillas y sobredosis de violencia. Willie Colón actuaría en la película (como antagonista) y colaboraría en el soundtrack, en el que Héctor Lavoe sería la pieza clave. No obstante, la ejecución de esta idea fue interrumpida por la accidentada producción de The Last Fight, que generó los resultados que ya antes fueron comentados.

Después del aterrizaje forzoso a la realidad, se continúo con la producción de Vigilante de una forma más apurada y menos comprometida. Pocos meses más tarde, la cinta ya estaba lista para ser lanzada. 

Por alguna extraña razón, Willie Colón siempre interpretaba a mafiosos o pandilleros en estas películas. El Malo del Bronx haciendo de las suyas, supongo.

Al final, resultó ser otro fracaso para Fania y para la ridícula ambición de Jerry Masucci. Tuvo un mejor recibimiento que The Last Fight, pero la recaudación no fue la esperada. El único consuelo que quedaba era el lanzamiento del disco a inicios de 1983, el cual podía recuperar parte de las pérdidas cinematográficas. ¿Fue el trabajo en equipo de Willie Colón y Héctor Lavoe lo suficientemente convincente para que el álbum funcionara? Sí, por supuesto que sí.

Vigilante [1983]

1.  Triste y Vacía {6:05}
2.  Vigilante* {12:23}
3.  Juanito Alimaña {7:34}
4.  Pase la noche fumando {11:34}

Las composiciones del disco fueron escritas por Luís López Cabán (1); Willie Colón (2,4) y Tite Curet Alonso (3,4). Con un asterisco (*) la única canción no interpretada por Héctor Lavoe.

A primera vista, luce como un disco arriesgado. No se sabe a ciencia cierta si es un EP (Extended Play) o un LP (Long Play). En 37 minutos, cuenta con sólo cuatro temas: dos de ellos funcionan como sencillos de promoción (adivinen cuáles), y los otros dos violan cualquier estándar radiable al ofrecer una duración extensa y un esquema musical alejado de lo que comúnmente funcionaba en la salsa. Aún no sé como los “ingeniosisimos” directivos de Fania permitieron una incertidumbre de tal magnitud (supongo que debe ser por la necesidad económica, ¿No?).

Como la idea era regresar a las raíces, la manera más correcta con la cual comenzar un disco sería con uno de sus singles… Concretamente, el que más se asimilaba a las producciones pasadas de Willie y Héctor en conjunto: Triste y Vacía. Una historia de una mujer que debe reconstruir su vida después de traiciones y falsas ilusiones. Ella está consciente de su condición (en la que aún es atormentada por los fantasmas de su pasado), pero aquello no le va a impedir continuar, en medio de tristeza y soledad absolutas. 

Esta pieza puede pecar de repetitiva en gran parte de su duración, y ese preciso detalle es el que le quita la excelencia de la que puede ser merecedora. No obstante, posee unos arreglos instrumentales elaborados, denotando una madurez sonora frente a trabajos pasados del proyecto Colón-Lavoe… (Es prácticamente combinar la esencia del dúo a finales de los años 60, con el estilo de los últimos discos de Héctor). La intervención melódica del piano después de la primera parte del soneo es sencilla, pero efectiva… y qué decir de los trombones: ¡Melancolía envuelta en un sabor inigualable! Sin que sea necesaria la complejidad, es posible recibir un contenido de buena calidad.

"Fue que todo el mundo le falló, y ella no lo merecía"

La canción que le da nombre al disco llega a ser un descubrimiento valioso para cualquier persona apegada al género. Aquí sale a relucir el talento de Willie Colón como intérprete y productor, con una instrumentación cuidada y exquisita durante los 12 minutos en los que se escucha esta melodía. A pesar de las líricas tan breves, el mensaje es contundente: Existen personas que pueden hacer lo que sea por sus familias, incluso saltarse cualquier ley o reglamento social.

Vigilante cuenta con una curiosa mezcla entre la salsa, el rock y el jazz; denotada por los solos de saxo soprano y de guitarra eléctrica interpretados por Morris Goldberg y Georg Wadenius, respectivamente. Además de eso, se genera una atmósfera callejera que refleja la realidad de los barrios bajos de New York en aquellos años (algo antes explorado con Rubén Blades en Siembra). El track entero no tiene desperdicio, y muestra puntualmente la capacidad artística de Willie Colón junto a los demás músicos que tuvieron participación. Obra maestra.

"Cuando llega el momento de proteger la familia; se faja hasta con el diablo, cualquiera arriesga su vida"

Otro clásico de Héctor Lavoe viene a continuación, desde el sector más caótico e impiadoso del Bronx: Juanito Alimaña. Si en años atrás, Pedro Navaja introducía a las personas a una de las ocho millones de historias que tiene Nueva York; Juanito Alimaña hace un enfoque directo hacia el diario vivir de un criminal que atormenta a la mayor cantidad de gente posible. Nadie lo denuncia, nadie lo confronta, porque saben que tienen las de perder con cierto primo que lo ayuda en la policía; y desde pequeño el atraco es su ejercicio predilecto.

Cada integrante de la orquesta tiene la oportunidad de lucirse en esta melodía, permitiendo enriquecer la composición de una forma única. El piano del profesor Joe Torres junto a las percusiones van llevando el drama, mientras que los trombones agregan el porte necesario para que el entorno urbano conserve cierto glamour que tiene el delincuente al realizar su fechoría. Gran desarrollo lírico e instrumental, en definitiva.


"Si lo meten preso, sale al otro día; porque un primo suyo, ta' en la Policía"

Pase la noche fumando cierra el álbum de una forma rara. Una canción más pausada que las demás, la cual expresa la nostalgia que puede dejar la ausencia de la persona que se amó con todo el corazón. Lo único que resta es beber y fumar para olvidar, y a la mañana siguiente intentar continuar con la vida, por más imposible que parezca. Resaltan dos factores claves: la voz de Héctor cuyo esfuerzo es mayor que en otras tonadas; y el solo de cuatro interpretado por Yomo Toro, que transmite una auténtica aflicción y demuestra los dotes musicales del mismo.

Resulta ser la más floja del disco, y no precisamente porque se lo merezca. Es sólo porque su calidad no es equiparable a los otros tracks; aunque está lejos de ser un mal producto. Es una gran carga de languidez y pena vista desde una de las mejores perspectivas musicales: la salsera.

"El recuerdo de tu cariño, ay, conmigo está acabando"

Así cierra Vigilante, un producto lo suficientemente convincente para devolver a Héctor Lavoe a sus años de gloria (y no estoy exagerando). El ponceño retornó a las estaciones de radio con sus nuevos hits y el éxito sería arrollador: El cantante de los cantantes hacía su ingreso triunfal a la década de los 80 para después rematar con otros dos álbumes de estudio, su regreso a Fania All Stars y gran número de presentaciones en vivo… Lastimosamente, eso desaparecería en cuestión de tiempo…

¿Nota? No es mi intención calificar este tesoro de la música latina, pero si insisten… Un 3 en la escala que ya conocen. Casi perfecto, sobresaliente en su género y en la música latina en general. Experimenta con géneros poco comunes y explora temáticas diferentes entre sí. Puede llegar a ser muy repetitivo en el principio o al mero final, pero en medio cuenta con una exquisitez de melodías difíciles de pasar por alto. Un hito icónico de la salsa, definitivamente.

Gracias.

Espero hayan disfrutado este pequeño homenaje al espíritu salsero, recordando a Héctor Lavoe: Una estrella única en su clase, un genio de la música. ¡Hasta una próxima ocasión!


“Ahora el fin marca un nuevo inicio”

11.30.2018

AlbumEscape #15: Siembra – Rubén Blades & Willie Colón (1978)

¡Ahora el fin marca un nuevo inicio!

Después de un espacio de un mes y algo en el que la ausencia de artículos fue la regla, regreso para no sólo analizar, sino que brindar un homenaje a uno de los géneros más ricos y completos dentro de la música latinoamericana.

Salsa: Un ritmo guapo, con todos sus elementos líricos, sonoros, y hasta estructurales, logró ser aquella combinación armoniosa de diversos tópicos antes vistos en el mambo, el son y la charanga, a tal punto de convertirse en una innovación deslumbrante cuya consolidación despegó en los años 60.

Las estrellas de Fania, la mayor casa salsera latina de la historia. ¿A cuántos reconocen?

A nivel subjetivo, podría decir que le tengo un gran respeto y aprecio a este grandioso universo musical. No soy experto en el tema, ni conozco todas las canciones, ni he tenido el placer de escuchar a todos los artistas reconocidos que interpretan con sus voces estas ideas melódicas. Pero con eso y todo, me encanta evocar cada detalle en varias de sus joyas más aclamadas a lo largo de la geografía americana (y más allá, posiblemente).

Resultaba ser uno de los muy pocos géneros cuyos discos todavía no reproducía completos debido al temor de lo que pudiera suceder después (un desencanto, quizás). Estaba subestimando esa herencia latina que se había propagado por toda la sangre latina, incluida la de mis orígenes. Por lo que procedí a comenzar por piezas de gran calibre… Una de ellas, hoy cumple 40 años, y fue la cumbre en aquella época del éxito de la salsa (aunque tal hecho sería sólo el principio de todo el boom provocado).

No sólo múltiples ventas. También, el prestigio que los involucrados (vocalistas, instrumentistas y disquera) alcanzaron y su posición como referentes que los impulsó a continuar carreras prometedoras y exitosas. Además, no se debe olvidar la mención del impacto social que disipó en todos los rincones donde se escuchó, donde la identidad latina, los derechos, y la posición contraria al abuso del poder fueron las banderas de este singular disco. ¡Bienvenidos al análisis de Siembra, creado por Rubén Blades y Willie Colón, un equipo ganador indudablemente!
Siembra (1978)

1.  Plástico
2.  Buscando Guayaba
3.  Pedro Navaja
4.  María Lionza
5.  Ojos
6.  Dime
7.  Siembra

Todas las canciones fueron escritas por Rubén Blades, excepto la 5, que fue escrita por Johnny Ortiz.
Sólo 7 composiciones fueron suficientes para alcanzar un estándar de calidad que a día de hoy sigue siendo referente para toda la música creada en América Latina. Este fue un álbum que provocó un montón de dudas antes de su lanzamiento, principalmente por su enfoque claramente politizado, sus historias demasiado elaboradas y consistentes, y una duración de melodías poco amigable con las emisoras radiales (Para que se hagan una idea, Pedro Navaja dura su buen rato de 7 minutos y medio).

El problema llegó a tal punto, de que Jerry Masucci, propietario de Fania, casi se niega por completo a avalar la publicación de esta rareza particular. No obstante, el experimentado Willie Colón logró convencer de que este novedoso trabajo discográfico sería una nueva oportunidad de éxito y otro peldaño de popularidad tanto en la trayectoria de ambos músicos, como en la historia de Fania. Y pues, terminó publicándose a mediados de 1978 con enormes expectativas.

Rubén y Willie, en sus años dorados...
¿Cuál es la manera menos esperada en la que en 1978, un álbum de Salsa puede empezar? Pues con un fragmento de 35 segundos de música disco, claramente. Y sí, coincidiendo con la popularidad de dicho género y la bomba que resultó ser John Travolta en Saturday Night Fever; esto es un desafío directo a la estrella de Vaselina, la cual retó y aseguró que los latinos no podían crear dicho género musical ni por equivocación [Referencia faltante]. Colón y Blades jugaron con candela, y el quemado fue el orgullo del señor Travolta, con una fama que decreció con el paso del tiempo.

Plástico: Una crítica de pura cepa en contra de la cultura consumista que desde aquella época ya abundaba. No sólo el materialismo, sino el arribismo, la esclavitud a las tendencias del mercado, hasta el marcado racismo que aún era un tema central a finales de la década de los 70’s. Un aliento de unión entre todas las mentes trabajadoras de América Latina, que compartiendo similitudes, podrían salir adelante a pesar de las apariencias engañosas. Cabe destacar el tono de protesta frente a los regímenes autoritarios de ciertos países, como lo indica el popular verso “Nicaragua sin Somoza”.

"Aparentando lo que no son, viviendo en un mundo de pura ilusión"

Instrumentación básicamente intachable, donde el señor Willie Colón demostraba tanta versatilidad que evitaba ser encasillado en un sólo estilo. Salsa, al fin y al cabo, pero con detalles que coqueteaban con otros géneros: Los evidentes segundos iniciales de música disco, la armonía del bajo que rememoraba la época clásica del rock, y los clásicos instrumentos de viento en los que “El Malo del Bronx” era el rey indiscutible. Más de seis minutos de genialidad que abrían las puertas a una propuesta llena de variedad y exploración musical.

Buscando Guayaba, una pieza muy sencilla con su “mendo”. Interpretaciones acerca del tema y su significado hay muchas, desde la analogía con las mujeres hasta la empatía del trabajo de los campesinos en su labor diaria (En lo personal, prefiero quedarme con la segunda, puesto que obtiene una mayor exploración de la cultura latinoamericana y una de sus mayores riquezas: su flora y su sabor). Los adornos en la letra añaden un tono más juguetón a unos pregones que alargan la búsqueda de esa magnífico manjar en toda la accidentada geografía de América Latina.

"Buscando guayaba ando yo, que tenga sabor, que tenga mendo!"

¿Qué es mendo? Esa chispa, ese ápice de excelencia con la que cuentan sólo una cantidad muy selecta de cosas en esta vida. Y respecto a la parte instrumental, pues está bien. No tiene elementos que destaquen más allá de lo normal en una canción creada por el dúo dinámico, pero sigue siendo simpática. Claramente está bien.

Pedro Navaja, la leyenda que el mismo Rubén Blades bajaría del pedestal años más tarde. No fue ese antihéroe legendario ni nada por el estilo, sino que fue un criminal que sigilosamente sembraba terror en los barrios bajos de Nueva York, inundados de latinos que soportaban ese día a día sin despeinarse. La ocasión para su caída llegó, impredeciblemente, claro está. Josefina Wilson, una prostituta cuya noche estuvo sin clientes para trabajar, le hizo un favor a la humanidad al ser aquella persona que, mientras el Pedro la apuñalaba, ella le disparó sin arrepentimientos y hasta burlándose de la desdicha del miserable. “No hubo curiosos, no hubo preguntas, nadie lloró”, porque el miedo de aquellas locaciones de La Gran Manzana era inamovible.

"Yo que pensaba: Hoy no es mi día, estoy salá'. Pero Pedro Navaja, tú estás peor, no estás en nada!"

Y a nivel sonoro, una preciosidad. Desde los sonidos ambientales de una noche llena de crimen y sirenas policiales, pasando por un teclado coqueto y atrevido en las partes sin letra, hasta llegar a la infaltable trombón, por parte de Luis Ortiz y con el sello de calidad Willie Colón. Además, cabe mencionar el bajo ya mencionado en Plástico, y la distinción del inicio y el final de la canción que emulaba al sonido de cualquier cortinilla genérica de noticias de “Último Minuto” en radio o TV. Sobresaliente ante todo.

Un intro tribal y misterioso, que luego va evolucionando con las notas de un piano, para llegar a una melodía de trombones que completaba la invocación a ese ente sobrenatural cuya bondad y belleza llega hasta el infinito. María Lionza, un canto a todo lo que evoca la naturaleza en dicha divinidad, icónica en la tradición oral venezolana. Una oda a la pureza de esa doña, presente en la belleza latinoamericana de la geografía, la cultura y la sociedad, aunque más enfocada hacia el “Bravo Pueblo”.

"Cuida el destino de los latinos: Vivir unidos y en libertad"

Entre todas las reliquias que se pueden contar en este álbum, esta canción cuenta con el mejor apartado instrumental que se pueda contemplar. Un ambiente sonoro aborigen, que se convierte en una cumbia impredecible, que posteriormente evoluciona al estilo salsero, con detalles en el bajo que nutren la leyenda, y cierto sample icónico que utilizaron 35 años después en un “Watch out for this” más inflado que cualquier paquete de papas fritas. La acción no para, y la magia que ambos autores (la dupla Colón-Blades) hacen en la lírica, la voz y el sonido en general, se potencia cada vez más. Cuático.

“Los ojos son las ventanas del alma”. En forma clara, eso queda confirmadisimo cuando escuchas esta composición de Johnny Ortiz en la voz de Rubén. Hay de todo en esta sociedad dispareja y dispersa, y eso mismo dicen los ojos de múltiples personas que emanan pensamientos y sentimientos: Amor, Esperanza, Libertad, Experticia, etc.

"Ojos que ven en las flores, de multicolores, la gracia de Dios"

Con un compás más rápido y un ánimo más alentador, las trombones y los teclados se confabulan para sacar adelante esta pieza. Si bien, no se trata de algo espectacular como lo sucedido con la bella divinidad; si logra llamar la atención y resaltar más allá de ser otra canción de salsa más.

Dime… Un sonido más pasivo y con mayor calma. Es una historia cuyo tópico ha sido muy abordado a lo largo de la historia, y donde la profundidad no es la mayor cualidad que pueda existir. De hecho, a mi parecer resulta ser la pieza más floja de Siembra, aunque eso no le impide tener una calidad que muchas composiciones latinoamericanas quisieran tener. Aceptable y todo, pero el apartado instrumental enamora con su sencillez complementada con unas cuantas percusiones, notas de teclado y el cambio natural en la velocidad del compás de un verso al estribillo.

"Dime cómo me arranco pa' siempre el inmenso dolor, de esta pena de amor"

No es pretenciosa. No hace tanto énfasis en la idiosincrasia latina. No es nada de eso. Es inocencia pura, contenida en versos que avivan el sentimiento de desconcierto por la situación experimentada después de que el amor se terminó.

Este trabajo discográfico termina con su track homónimo: Siembra, La consolidación de todo el mensaje de unión, esperanza, y crítica por el materialismo, en una sola reliquia musical. El epílogo ideal. No es nada radiable, debido a todas las travesuras instrumentales con las que Willie Colón quiso interactuar en estos cinco minutos de conciencia salsera. No en vano, Blades es llamado “El Intelectual de la Salsa”, puesto que transmitiendo mensajes críticos de la sociedad a nivel masivo, era de máxima admiración.

"Pero no olvides, que de acuerdo a la semilla... Así serán, los frutos que recogerás"

Por otro lado, “El Malo del Bronx” no se quedaba atrás y se dedicó a lanzar un contundente estilo sonoro que pretendía profundizar el mensaje social presente en esta maravilla auditiva. Coros, producción musical y su característico trombón, eran parte del repertorio de aquel genio en este trabajo, inmortalizado en la historia de la música a nivel mundial. Esta dupla fue apoteósica, y concretó su impacto al final de la canción (y del trabajo discográfico) con las siguientes palabras:

“Gracias Rubén,
Gracias Willie,
¡Conciencia, familia!”

Así se concretó el cierre de una destacable tonada, un magnífico álbum y la continuación de una historia colaborativa que continúo hasta que la lucha de egos la imposibilitó por completo. No sabemos si algún día ambas mentes maestras se reconciliarán, y rememorarán aquel exitazo que les dió el prestigio de ser “El trabajo musical más importante de la salsa”.

¿Nota? No creo que sea necesaria. Pero por si les pica la curiosidad, Siembra merece 4 de 4. Excelente representación de la realidad social de América Latina, con los indicios de los primeros coqueteos de la salsa con otros géneros con los que no tenía una relación tan evidente. Algo más veríamos años más tarde en el “Vigilante” de la dupla Lavoe-Colón, además del lado social del género presente en piezas posteriores de Blades como “Buscando América”.

Por lejos, se merece el reconocimiento de álbum más exitoso de la Salsa.
¡Felices 40 Años a la identidad latina, a esta maravilla llena de identidad pluricultural!

Aquí llegamos al final de este artículo especial. ¡Hasta el próximo mendo!


“Ahora el fin marca un nuevo inicio”